Un paraíso para las bacterias
El riesgo de contagio en los hospitales es inevitable. Por eso, las
medidas de control deben ser sumamente estrictas y fiscalizadas
constantemente por la administración de la institución
Por Mildred Rivera Marrero / mrivera1@elnuevodia.com
La crisis del brote bacteriano en el Hospital de Carolina deja
una lección: el problema no es si hay bacterias o no en esas
instituciones, es si tienen un programa de manejo efectivo que controle
rápidamente cualquier situación.
Sin embargo, adoptar medidas y tener un Comité de Control de Infecciones, como requiere la ley, no es suficiente. La administración de esas entidades tiene que crear una cultura en la que los empleados adopten fielmente los protocolos y, para ello, la fiscalización constante es vital, coinciden epidemiólogos, infectólgos, médicos y administradores de hospitales. No se les puede olvidar que las instituciones que lidian con enfermedades, tienen bacterias y, por ello, es constante el riesgo de contagio para pacientes, visitantes y empleados.
Lo ocurrido en el Hospital de la Universidad de Puerto Rico en Carolina -donde 71 pacientes se contagiaron con la peligrosa bacteria Acinetobacter baumannii, 32 de los cuales fallecieron (aunque no se ha identificado la bacteria como la causa directa de la muerte)- genera interrogantes sobre el nivel de eficiencia en los procesos adoptados en la institución y la forma en que manejaron la crisis una vez se identificó la cadena de contagios. De hecho, el Departamento de Salud ha ocupado el hospital y hay dos comités investigando. Pero, más allá de lo ocurrido en el hospital, la mortal secuencia de eventos, y los señalamientos sobre la lentitud de Salud en actuar y divulgar información, levantan la alerta sobre el nivel de riesgo que enfrentan pacientes de cualquier institución.
Un hospital “es un Disney World de bacterias, que no se ven pero están allí constantemente”, afirma el presidente de la Asociación de Calidad en Salud de Puerto Rico, Luis V. Clas Fernández. Esa es una realidad irrefutable y que se crea por la cantidad de gente que entra a los hospitales -sanos o enfermos- con bacterias de la calle; y por las condiciones favorables para la contaminación que crea el uso de medicamentos, equipos, y materiales, así como la disposición de desechos y la vulnerabilidad de la condición de salud de los pacientes, expone Clas Fernández.
Incluso, explica, cada hospital tiene un perfil de bacteria o flora bacteriana particular y diferente de la de los otros hospitales, que provoca que una persona contagiada responda distinto a un mismo tratamiento, dependiendo de dónde se infectó. Para atajar esas situaciones, el Comité de Control de Infecciones de los hospitales debe ser un fiscalizador constante, incluidas las compañías que se subcontraten para limpiar.
“Subcontratar no te libera de la responsabilidad de evaluar y fiscalizar. (Pero) nadie va a evaluar que la concentración del líquido que echan vaya de acuerdo a las medidas de desinfección. Hay que tener (productos especiales) para HIV, para tuberculosis, y son más caros. ¿Se están usando? El Comité de Control tiene que hacer rondas preventivas. Ver si la basura la recogen, si está dividida, si la ropa la clasifican, si hay papel de baño y sanitario, si hay jabón y (líquido para) lavado en seco”, alerta Fenández, quien trabaja en procesos de licenciamiento, certificación y acreditación de hospitales. A pesar de la importancia que tiene ese comité, a veces la administración de las instituciones no le dan el lugar que merece y se crean conflictos.
“En esos comités debe estar la gente que tenga capacidad de toma de decisiones. En eso se falla muchas veces. La intención es que se resuelvan los problemas ahí” y que no se pospongan porque eso es caldo para crisis, declara el experto, licenciado en administración de instituciones de salud. En ese grupo, sostiene, tiene que haber representantes de las áreas de seguridad, calidad, laboratorio de farmacia y manejo de riego, entre otros.
Otro problema con estos comités es que “hay mucho issues de si responden al director ejecutivo o a la junta de directores (porque eso genera conflictos a la hora de denunciar situaciones que son responsabilidad del director ejecutivo). Creo que deben responder a la junta para que sea un proceso transparente”, indica Fernández. El Comité de Control de Infecciones que, cuando identifica casos críticos investiga si el paciente se contagió dentro o fuera de la institución y que informa el asunto a Salud, cuando es necesario, debe dar seguimiento a sus gestiones.“El proceso no finaliza cuando yo informo, finaliza cuando resuelvo el problema. Si transfirieron a Salud, tienen que darle seguimiento a Salud”, declara.
Uno de los aspectos más importantes en el funcionamiento de ese comité es la comunicación efectiva entre médicos, enfermería y el laboratorio para atajar los brotes a tiempo, según el infectólogo Guillermo Vázquez, director del departamento de microbiología de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas.
Y, cuando se identifica a un paciente contagiado, hay que aislarlo. “No hay forma mágica de decir que no se le va a pegar. Uno lo que quiere es mantener unos niveles aceptables de infecciones nosocomiales”, explica Vázquez. Para poner el asunto en contexto, el médico señala que es un problema global y que en Estados Unidos mueren más de 100,000 personas anualmente por contagios en hospitales.
Uno de los agravantes es que las bacterias se vuelven resistentes (inmunes) a los antibióticos, asunto que ha ocurrido casi desde que se desarrollaron los primeros antibióticos, indica Vázquez. De hecho, cada hospital tiene un perfil de bacteria o flora bacteriana particular y diferente a la de los otros hospitales, que provoca que una persona contagiada responda distinto o no responda (porque es resistente) a un mismo tratamiento, dependiendo de dónde se infectó, explica Fernández.
Agua y jabón
A pesar de que el contagio con una bacteria puede complicarse al punto que cause la muerte, una de las medidas básicas para evitarlo es lavarse las manos con agua y jabón. “El lavado de manos es algo tan sencillo. Pero no se hace ni en hospitales, ni en clínicas, ni en oficinas. Hay que lavarse las manos con agua y jabón, por lo menos, cuatro veces en un turno. Y hacer lavado en seco, con una sustancia como el hand sanitizer, cada vez que se hace algún trabajo”, señala Fernández.
Si una medida como esa no se realiza, hay que preguntarse si otras más complicadas, como la esterilización de equipo, se cumple.
Lograrlo puede ser una tarea cuesta arriba porque implica cambiar la conducta de los empleados para que no se relajen en el cumplimiento de los reglamentos, dicen varios entrevistados. Así lo reconoce la enfermera epidemióloga, Luz Dávila, quien dirige el Comité de Control de Infecciones en el Hospital Auxilio Mutuo. “Como epidemióloga, trato de que todos reconozcamos que el control de infecciones es responsabilidad de todos, no solo del comité y de los que atienden directamente al paciente, porque el comité puede ser muy limitado en cantidad para ver a todo el mundo”, indica. Dávila señala que para hacer su labor, el Comité evalúa en cada reunión ordinaria, que es bimensual como mínimo, los eventos de contagio y su severidad para tomar medidas o modificar normas y procedimientos si se requiere.
Todos a revisar
Y la crisis del Hospital de Carolina es una buena razón para que las demás instituciones revisen sus reglas.
“La bandera es bien obvia. Chequéate que los procesos tuyos están funcionando y asegúrate de que, si hay algún paciente contaminado, lo estás reportando”, recomienda el director ejecutivo de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, Jaime Plá.
Mientras, a los pacientes que entiendan que hay empleados de los hospitales que no cumplen con las medidas de asepsia básicas, Plá recomienda que no duden en exigirlas. “Si una enfermera llega donde uno se le puede preguntar si tomó las medidas de asepsia para bregar con nuestro familiar. Uno quiere saber que el equipo que esta allí se esterilizó o es desechable. No tiene que darle vergüenza. Todos los pacientes tienen derecho a pedir”, exhorta Plá, integrante del grupo que investiga el asunto en Carolina por petición del presidente de la Junta de Gobierno de la UPR, Jorge Sánchez.
Sin embargo, adoptar medidas y tener un Comité de Control de Infecciones, como requiere la ley, no es suficiente. La administración de esas entidades tiene que crear una cultura en la que los empleados adopten fielmente los protocolos y, para ello, la fiscalización constante es vital, coinciden epidemiólogos, infectólgos, médicos y administradores de hospitales. No se les puede olvidar que las instituciones que lidian con enfermedades, tienen bacterias y, por ello, es constante el riesgo de contagio para pacientes, visitantes y empleados.
Lo ocurrido en el Hospital de la Universidad de Puerto Rico en Carolina -donde 71 pacientes se contagiaron con la peligrosa bacteria Acinetobacter baumannii, 32 de los cuales fallecieron (aunque no se ha identificado la bacteria como la causa directa de la muerte)- genera interrogantes sobre el nivel de eficiencia en los procesos adoptados en la institución y la forma en que manejaron la crisis una vez se identificó la cadena de contagios. De hecho, el Departamento de Salud ha ocupado el hospital y hay dos comités investigando. Pero, más allá de lo ocurrido en el hospital, la mortal secuencia de eventos, y los señalamientos sobre la lentitud de Salud en actuar y divulgar información, levantan la alerta sobre el nivel de riesgo que enfrentan pacientes de cualquier institución.
Un hospital “es un Disney World de bacterias, que no se ven pero están allí constantemente”, afirma el presidente de la Asociación de Calidad en Salud de Puerto Rico, Luis V. Clas Fernández. Esa es una realidad irrefutable y que se crea por la cantidad de gente que entra a los hospitales -sanos o enfermos- con bacterias de la calle; y por las condiciones favorables para la contaminación que crea el uso de medicamentos, equipos, y materiales, así como la disposición de desechos y la vulnerabilidad de la condición de salud de los pacientes, expone Clas Fernández.
Incluso, explica, cada hospital tiene un perfil de bacteria o flora bacteriana particular y diferente de la de los otros hospitales, que provoca que una persona contagiada responda distinto a un mismo tratamiento, dependiendo de dónde se infectó. Para atajar esas situaciones, el Comité de Control de Infecciones de los hospitales debe ser un fiscalizador constante, incluidas las compañías que se subcontraten para limpiar.
“Subcontratar no te libera de la responsabilidad de evaluar y fiscalizar. (Pero) nadie va a evaluar que la concentración del líquido que echan vaya de acuerdo a las medidas de desinfección. Hay que tener (productos especiales) para HIV, para tuberculosis, y son más caros. ¿Se están usando? El Comité de Control tiene que hacer rondas preventivas. Ver si la basura la recogen, si está dividida, si la ropa la clasifican, si hay papel de baño y sanitario, si hay jabón y (líquido para) lavado en seco”, alerta Fenández, quien trabaja en procesos de licenciamiento, certificación y acreditación de hospitales. A pesar de la importancia que tiene ese comité, a veces la administración de las instituciones no le dan el lugar que merece y se crean conflictos.
“En esos comités debe estar la gente que tenga capacidad de toma de decisiones. En eso se falla muchas veces. La intención es que se resuelvan los problemas ahí” y que no se pospongan porque eso es caldo para crisis, declara el experto, licenciado en administración de instituciones de salud. En ese grupo, sostiene, tiene que haber representantes de las áreas de seguridad, calidad, laboratorio de farmacia y manejo de riego, entre otros.
Otro problema con estos comités es que “hay mucho issues de si responden al director ejecutivo o a la junta de directores (porque eso genera conflictos a la hora de denunciar situaciones que son responsabilidad del director ejecutivo). Creo que deben responder a la junta para que sea un proceso transparente”, indica Fernández. El Comité de Control de Infecciones que, cuando identifica casos críticos investiga si el paciente se contagió dentro o fuera de la institución y que informa el asunto a Salud, cuando es necesario, debe dar seguimiento a sus gestiones.“El proceso no finaliza cuando yo informo, finaliza cuando resuelvo el problema. Si transfirieron a Salud, tienen que darle seguimiento a Salud”, declara.
Uno de los aspectos más importantes en el funcionamiento de ese comité es la comunicación efectiva entre médicos, enfermería y el laboratorio para atajar los brotes a tiempo, según el infectólogo Guillermo Vázquez, director del departamento de microbiología de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas.
Y, cuando se identifica a un paciente contagiado, hay que aislarlo. “No hay forma mágica de decir que no se le va a pegar. Uno lo que quiere es mantener unos niveles aceptables de infecciones nosocomiales”, explica Vázquez. Para poner el asunto en contexto, el médico señala que es un problema global y que en Estados Unidos mueren más de 100,000 personas anualmente por contagios en hospitales.
Uno de los agravantes es que las bacterias se vuelven resistentes (inmunes) a los antibióticos, asunto que ha ocurrido casi desde que se desarrollaron los primeros antibióticos, indica Vázquez. De hecho, cada hospital tiene un perfil de bacteria o flora bacteriana particular y diferente a la de los otros hospitales, que provoca que una persona contagiada responda distinto o no responda (porque es resistente) a un mismo tratamiento, dependiendo de dónde se infectó, explica Fernández.
Agua y jabón
A pesar de que el contagio con una bacteria puede complicarse al punto que cause la muerte, una de las medidas básicas para evitarlo es lavarse las manos con agua y jabón. “El lavado de manos es algo tan sencillo. Pero no se hace ni en hospitales, ni en clínicas, ni en oficinas. Hay que lavarse las manos con agua y jabón, por lo menos, cuatro veces en un turno. Y hacer lavado en seco, con una sustancia como el hand sanitizer, cada vez que se hace algún trabajo”, señala Fernández.
Si una medida como esa no se realiza, hay que preguntarse si otras más complicadas, como la esterilización de equipo, se cumple.
Lograrlo puede ser una tarea cuesta arriba porque implica cambiar la conducta de los empleados para que no se relajen en el cumplimiento de los reglamentos, dicen varios entrevistados. Así lo reconoce la enfermera epidemióloga, Luz Dávila, quien dirige el Comité de Control de Infecciones en el Hospital Auxilio Mutuo. “Como epidemióloga, trato de que todos reconozcamos que el control de infecciones es responsabilidad de todos, no solo del comité y de los que atienden directamente al paciente, porque el comité puede ser muy limitado en cantidad para ver a todo el mundo”, indica. Dávila señala que para hacer su labor, el Comité evalúa en cada reunión ordinaria, que es bimensual como mínimo, los eventos de contagio y su severidad para tomar medidas o modificar normas y procedimientos si se requiere.
Todos a revisar
Y la crisis del Hospital de Carolina es una buena razón para que las demás instituciones revisen sus reglas.
“La bandera es bien obvia. Chequéate que los procesos tuyos están funcionando y asegúrate de que, si hay algún paciente contaminado, lo estás reportando”, recomienda el director ejecutivo de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, Jaime Plá.
Mientras, a los pacientes que entiendan que hay empleados de los hospitales que no cumplen con las medidas de asepsia básicas, Plá recomienda que no duden en exigirlas. “Si una enfermera llega donde uno se le puede preguntar si tomó las medidas de asepsia para bregar con nuestro familiar. Uno quiere saber que el equipo que esta allí se esterilizó o es desechable. No tiene que darle vergüenza. Todos los pacientes tienen derecho a pedir”, exhorta Plá, integrante del grupo que investiga el asunto en Carolina por petición del presidente de la Junta de Gobierno de la UPR, Jorge Sánchez.
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