Alumnos de Patillas arrasan en la NASA
Estudiantes de escuela Rafaelina Lebrón ganaron el primer lugar en el evento Moonboggie Race, que los reta a construir y correr vehículos de propulsión humana
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Nadie hubiera apostado por ellos. Al fin y al cabo, todos los pronósticos parecían jugar en su contra.
Competirían con un vehículo en el que habían invertido sólo $500, construido con materiales reciclables y el cual ya era un veterano.
El carro de propulsión humana, sin duda, destacaba entre los modelos de otros países que habían invertido miles de dólares en el diseño y la adquisición de modernas piezas que les ayudaran a conseguir ese ansiado primer lugar en la competencia Moonboggie Race de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Con lo que no contaban los demás contrincantes era que la verdadera arma secreta del equipo de la escuela Rafaelina Lebrón de Patillas no recaía en el aparato propulsor, sino en su tenacidad, resistencia y corazón.
“Uno ve esos carros de miles de dólares y con piezas modernas y uno va con miedo... es que impresiona”, recordó Orlando Soto Serrano, profesor de soldadura, quien diseñó y construyó el eficiente vehículo.
Como buen soldador, Serrano ha sido ese fuego que unió las piezas
necesarias para alcanzar ese resultado final: el primer lugar en la
competencia Moonboggie Race, celebrada a principios de abril en U.S.
Space & Rocket Center en Huntsville, Alabama.
El año pasado el plantel había alcanzado el segundo lugar. En esta ocasión no sólo se llevó el máximo galardón, sino que además se alzó en la categoría de vehículo más liviano.“Tenemos la habilidad, tenemos ese espíritu y potencial, pero nos quedamos en ese inmovilismo mental de que no podemos llegar porque vivimos en una islita y estamos compitiendo contra los grandes... Romper con esa mentalidad es lo que me impulsa a seguir trabajando con esto porque es duro”, sostuvo el profesor.
La carrera de un kilómetro de extensión consiste en sobrepasar, en el menor tiempo posible, una serie de obstáculos que simulan la superficie de la Luna y Marte. En esta edición había rocas, rampas de arena, dunas, surcos y piedras sueltas.
Por cada obstáculo no sobrepasado hay un minuto de penalidad que se le añade al tiempo de ruta. También se toma en consideración el tiempo que se toman el piloto y copiloto en montar el vehículo y subirse a él.
Jesús Rodríguez, piloto, y Joanlly Rodríguez, copiloto, lograron completar la carrera en seis minutos y nueve segundos, cargando con el premio. Tres de las primeras seis posiciones correspondieron a escuelas de Puerto Rico: la Rafaelina Lebrón, en Patillas; University Gardens, en Río Piedras, y Perpetuo Socorro, de Humacao.
A pesar de que algunos hubiesen podido vaticinar un resultado adverso, los jóvenes acudieron seguros de sus capacidades. El camino fue cuesta arriba, literalmente.
“Este año fue más fuerte porque tuvimos que cambiar el sistema de aro y el carro iba un poquito más pesado, pero entrenamos duro y salió el resultado”,indicó Jesús, quien el año pasado participó del evento, quedando en el segundo lugar.
Para Joanlly, quien cursa el noveno grado, fue su primera experiencia en el evento. El primer día de competencia resultó sumamente retante, ya que intentaron –por más de cinco minutos– sobrepasar una cuesta de arena sin poder lograrlo.
“Salimos con dolor en el pecho, calambre, pero fuimos el único equipo que intentó subirla nueve veces. Cuando llegamos a la cuesta llevábamos 50 segundos de carrera y cuando salimos llevábamos seis”, contó el estudiante, quien practica el fondismo.
Al otro día cambiaron de estrategia y optaron por bajarse del vehículo, subir la cuesta y volverse a montar. La penalidad fue de un minuto adicional, lo que no afectó el resultado. “Siempre tuvimos la esperanza de que podíamos ganar, pero no sabíamos que íbamos a ganar con ese tiempo de ventaja”, dijo Joanlly. “Todo nos salió bien pero no fue suerte, fue trabajo. La suerte uno la genera trabajando duro y ellos estaban bien preparados”, agregó Ruiz Gracía.
Largo camino
La preparación del grupo se inició con la participación de un evento similar a nivel local.
Abraham Ruiz, astrónomo y profesor de física y astronomía en el Recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico (UPR), organiza a nivel local –desde el 2008– una carrera que resulta ser una clasificatoria para el evento en la NASA.
En esta edición, la escuela de Patillas quedó en quinto lugar, lo que no le valió el pase para el evento en Alabama. Como parte de los premios a las primeras tres escuelas superiores finalistas, se les costean los gastos de viaje gracias a fondos que recibe la universidad a través del programa de la NASA Space Grant. Aun así, el catedrático entendió que los estudiantes de Patillas debían participar, pero tenían que buscar los fondos para hacer el viaje.
“Serrano no tenía dinero, nadie tiene chavos y nosotros lo que hicimos fue que empezamos a apretar los fondos y conseguimos dos pasajes”, explicó Ruiz.
Un tercer pasaje fue donado por la escuela Alfonso Casta Martínez de Maunabo, ya que no lo utilizarían; y el dinero para el cuarto lo obtuvieron a través de ventas en la escuela. “Esta escuela tiene mucho potencial y en parte porque él (Serrano) es el eje, él es un soldador, esas gomas las hizo él desde cero. Cuando tienes un cuadro así es fácil hacer un buen carro... y además tienes dos buenos atletas”, señaló el astrónomo.
La escuela no recibió ningún tipo de ayuda económica por parte de alguna otra organización o dependencia, incluyendo el Departamento de Educación. Debido a la falta de recursos, pudieron viajar sólo dos estudiantes cuando lo recomendable es que viajen otros dos como sustitutos en caso de alguna emergencia.
“A veces uno se desanima. Esto hay que trabajarlo, hay que dedicarle tiempo”, dijo Serrano, quien cuenta con 15 años de experiencia docente. Serrano fue el responsable de construir el vehículo desde cero hace tres años. Para esta edición y como resultado de las nuevas exigencias de la NASA, le agregó unos aros en aluminio cubiertos con mangueras.
La gratificación y la experiencia de sus estudiantes sin duda sigue siendo su mayor recompensa. “Una estudiante mía de 2010 me escribió para felicitarme por el premio y me dijo: ‘Cuando yo participé fue la mejor experiencia que he tenido en mi vida’, y eso te llena”, destacó.
Competirían con un vehículo en el que habían invertido sólo $500, construido con materiales reciclables y el cual ya era un veterano.
El carro de propulsión humana, sin duda, destacaba entre los modelos de otros países que habían invertido miles de dólares en el diseño y la adquisición de modernas piezas que les ayudaran a conseguir ese ansiado primer lugar en la competencia Moonboggie Race de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Con lo que no contaban los demás contrincantes era que la verdadera arma secreta del equipo de la escuela Rafaelina Lebrón de Patillas no recaía en el aparato propulsor, sino en su tenacidad, resistencia y corazón.
“Uno ve esos carros de miles de dólares y con piezas modernas y uno va con miedo... es que impresiona”, recordó Orlando Soto Serrano, profesor de soldadura, quien diseñó y construyó el eficiente vehículo.
El año pasado el plantel había alcanzado el segundo lugar. En esta ocasión no sólo se llevó el máximo galardón, sino que además se alzó en la categoría de vehículo más liviano.“Tenemos la habilidad, tenemos ese espíritu y potencial, pero nos quedamos en ese inmovilismo mental de que no podemos llegar porque vivimos en una islita y estamos compitiendo contra los grandes... Romper con esa mentalidad es lo que me impulsa a seguir trabajando con esto porque es duro”, sostuvo el profesor.
La carrera de un kilómetro de extensión consiste en sobrepasar, en el menor tiempo posible, una serie de obstáculos que simulan la superficie de la Luna y Marte. En esta edición había rocas, rampas de arena, dunas, surcos y piedras sueltas.
Por cada obstáculo no sobrepasado hay un minuto de penalidad que se le añade al tiempo de ruta. También se toma en consideración el tiempo que se toman el piloto y copiloto en montar el vehículo y subirse a él.
Jesús Rodríguez, piloto, y Joanlly Rodríguez, copiloto, lograron completar la carrera en seis minutos y nueve segundos, cargando con el premio. Tres de las primeras seis posiciones correspondieron a escuelas de Puerto Rico: la Rafaelina Lebrón, en Patillas; University Gardens, en Río Piedras, y Perpetuo Socorro, de Humacao.
A pesar de que algunos hubiesen podido vaticinar un resultado adverso, los jóvenes acudieron seguros de sus capacidades. El camino fue cuesta arriba, literalmente.
“Este año fue más fuerte porque tuvimos que cambiar el sistema de aro y el carro iba un poquito más pesado, pero entrenamos duro y salió el resultado”,indicó Jesús, quien el año pasado participó del evento, quedando en el segundo lugar.
Para Joanlly, quien cursa el noveno grado, fue su primera experiencia en el evento. El primer día de competencia resultó sumamente retante, ya que intentaron –por más de cinco minutos– sobrepasar una cuesta de arena sin poder lograrlo.
“Salimos con dolor en el pecho, calambre, pero fuimos el único equipo que intentó subirla nueve veces. Cuando llegamos a la cuesta llevábamos 50 segundos de carrera y cuando salimos llevábamos seis”, contó el estudiante, quien practica el fondismo.
Al otro día cambiaron de estrategia y optaron por bajarse del vehículo, subir la cuesta y volverse a montar. La penalidad fue de un minuto adicional, lo que no afectó el resultado. “Siempre tuvimos la esperanza de que podíamos ganar, pero no sabíamos que íbamos a ganar con ese tiempo de ventaja”, dijo Joanlly. “Todo nos salió bien pero no fue suerte, fue trabajo. La suerte uno la genera trabajando duro y ellos estaban bien preparados”, agregó Ruiz Gracía.
Largo camino
La preparación del grupo se inició con la participación de un evento similar a nivel local.
Abraham Ruiz, astrónomo y profesor de física y astronomía en el Recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico (UPR), organiza a nivel local –desde el 2008– una carrera que resulta ser una clasificatoria para el evento en la NASA.
En esta edición, la escuela de Patillas quedó en quinto lugar, lo que no le valió el pase para el evento en Alabama. Como parte de los premios a las primeras tres escuelas superiores finalistas, se les costean los gastos de viaje gracias a fondos que recibe la universidad a través del programa de la NASA Space Grant. Aun así, el catedrático entendió que los estudiantes de Patillas debían participar, pero tenían que buscar los fondos para hacer el viaje.
“Serrano no tenía dinero, nadie tiene chavos y nosotros lo que hicimos fue que empezamos a apretar los fondos y conseguimos dos pasajes”, explicó Ruiz.
Un tercer pasaje fue donado por la escuela Alfonso Casta Martínez de Maunabo, ya que no lo utilizarían; y el dinero para el cuarto lo obtuvieron a través de ventas en la escuela. “Esta escuela tiene mucho potencial y en parte porque él (Serrano) es el eje, él es un soldador, esas gomas las hizo él desde cero. Cuando tienes un cuadro así es fácil hacer un buen carro... y además tienes dos buenos atletas”, señaló el astrónomo.
La escuela no recibió ningún tipo de ayuda económica por parte de alguna otra organización o dependencia, incluyendo el Departamento de Educación. Debido a la falta de recursos, pudieron viajar sólo dos estudiantes cuando lo recomendable es que viajen otros dos como sustitutos en caso de alguna emergencia.
“A veces uno se desanima. Esto hay que trabajarlo, hay que dedicarle tiempo”, dijo Serrano, quien cuenta con 15 años de experiencia docente. Serrano fue el responsable de construir el vehículo desde cero hace tres años. Para esta edición y como resultado de las nuevas exigencias de la NASA, le agregó unos aros en aluminio cubiertos con mangueras.
La gratificación y la experiencia de sus estudiantes sin duda sigue siendo su mayor recompensa. “Una estudiante mía de 2010 me escribió para felicitarme por el premio y me dijo: ‘Cuando yo participé fue la mejor experiencia que he tenido en mi vida’, y eso te llena”, destacó.
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